Las cosas se enturbiaron a mediados de semana con la no asistencia del Presidente del gobierno a la cumbre Iberoamericana, hecho cuanto menos extraño y bastante sorprendente, tanto para la diplomacia exterior como para los medios de comunicación. Con un recorte airoso, como si de Messi encarando el área se tratará, el ejecutivo se justificó diciendo que la ausencia del Presidente venia motivada ante una llamada de los países miembros para su asistencia el domingo a una reunión en la que se valoraría la situación económica actual de España.
Sin embargo, el viernes fue un día álgido en acontecimientos desastrosos para nuestra imagen exterior y para nuestra economía.
Por la mañana, se aprueba en Consejo de Ministros un decreto que intenta remendar el "lío" en el que se encuentra el ministro de Fomento con respecto a los controladores aéreos, primero se propone en el mes de Febrero que no superen las 1670 horas de trabajo anuales, para con ello intentar limitar un poco sus elevados ingresos, entre otras cosas, y ahora cuando se comprueba que gracias a esa medida, que había sido poco meditada, la mayoría de los controladores no podrán seguir en sus puesto de trabajo a partir de mediados del mes de Diciembre porque se pasan del numero de horas de trabajo permitidas, se trata con el mencionado Decreto del viernes remendar lo no tiene aparente arreglo, mitigando los privilegios de un colectivo altamente privilegiado por los distintos gobiernos que ha tenido y tiene este país, pero a la vez selecto, unido y con mucho poder de reivindicación.
Así fue, a media tarde, la fuerza del colectivo de controladores quedó puesta de manifiesto con un caos total, tras el abandono masivo de las torres de control, el cierre del espacio aéreo español, miles de pasajeros tirados en los aeropuertos y las perspectivas económicas de muchos empresarios por los suelos.
Todo esto pilla con el pie cambiado a la clase política gobernante, que tarda 24 horas en reestablecer la normalidad en el espacio aéreo español, para lo que necesita de dos gabinetes de crisis y de un decreto que termina por poner al país en Estado de Alarma por primera vez en 35 años.
En unas horas, pasamos de un estado democrático a un estado de alarma con la militarización de la los controladores aéreos (la militarización es en realidad de toda la función publica, es decir, de todos los funcionarios, si leemos detenidamente el decreto del Sabado).
Entre medias de todo esto apareció la opinión publica, de los cientos de miles de pasajeros que se han quedado sin vacaciones, que no se pudieron incorporar a sus puestos de trabajo por no poder volar, que no han podido acudir a las citas medicas u operaciones que tenían marcadas, etc. y de los millones de ciudadanos que seguian atónitos por los escasos medios de comunicación que informaban de la situación que se esaba viviendo.
Esas realidades personales de cada afectado son las que han provocado que se exaltaran los pasajeros convertidos en involuntarios protagonistas en contra de un colectivo de controladores que se encuentran desde el viernes en la diana de todos los dardos, hecho que cuenta con todos los parabienes del gobierno que se frota las manos ante su salida airosa, por lo menos de momento.
Ante todo este chorreon de acontecimiento nuestro Presidente del gobierno decidió que no era el momento de salir a la palestra y se quedó hasta el acto de la Constitución del pasado lunes, metido entre bambalinas sin salir a escena, para eso ya estaba la ministra de defensa, el ministro de fomento y el ministro del interior, que en la medida de los posible y haciendo gala de un buen pase torero esquivaron las preguntas malintencionadas de algunos medios sobre si era necesario decretar un estado de alarma por los actos de unas 500 personas o si el Viernes anterior al puente era el dia idoneo para sacar un decreto de semejantes proporciones como el que afectaba a los controladores.
La oposición ha decido apoyar al ejecutivo, que es lo que toca en este momento, mas como baston para que se sostengan las medidas tomadas que poner convencimiento propio. Por que, preguntense señores, que pasaría si la decisión de militarizar un colectivo la toma un gobierno del PP, ¿cuales serían los comentearios?
Y ahí se nos fue el puente, señores sin pena ni gloria.
España sigue siendo diferente, un grupo reducido de personas pone en jaque a un gobierno quien tiene que tirar de decretazos para "meterles en cintura" y que las cosas vuelvan a funcionar mínimamente, el país esta expectante ante que pasará, si se retira este estado de alarma y volvemos a la aparente normalidad, y mientras tanto, nuestra imagen exterior se debilita a pasos agigantados, nuestra economía sigue en total recesión, nuestro sistema educativo vuelve a poner de manifiesto sus carencias en los informes PISA y no parece que de aquí a finales de año vayamos a alcanzar tan siquiera una buena noticia o cuanto menos alguna esperanzadora, que nos anime a seguir levantando España.